Balneario para el alma: diario de una semana de experiencia en Los Portales

El viaje más importante de nuestra vida es el más corto en el espacio

pero puede ser el más largo en el tiempo. Es el viaje de 40 cm que nos lleva de la cabeza al corazón.

Del amigo Daniel

Sin mucha fe emprendí el camino desde mi residencia en un pueblecito de Girona, Vilert. En esos momentos de mi vida arrastraba una pesada carga en el corazón, aún así mi cabeza me empujaba a buscar otra forma de vivir, más acorde con mi naturaleza, con mis inquietudes. Sin embargo mi situación económica no me permitía soñar en este viaje. Fue la iniciativa de mi hermano Eduardo que organizó un crowdfunding entre familia y amigos lo que permitió reunir el dinero para el viaje. Algo habré hecho bien en mi vida para tener tanta gente hermosa alrededor...

Estas sencillas, torpes, humildes líneas pretenden ser una muestra del inmenso agradecimiento que siento hacia ellos.

Poco me informé con respecto a la «Semana de Experiencia en los Portales». Iba con la actitud de ser un espectador de una forma de vida alternativa. Algo me llamó la atención, trabajaban con los sueños según la psicología analítica de Carl Jung y recuperé antiguas lecturas sobre el tema.

Al bajar del avión en Sevilla, mientras esperaba a que, muy amablemente, me recogieran para trasladarme hasta la finca, me encontré con Daniel uno de los miembros del grupo y juntos, con William al volante emprendimos el camino de 50 km hasta la finca. Durante la espera y el viaje aprovechamos para ir conociéndonos. Encontramos barreras en el camino. La primera, una carrera popular que William con paciencia logró sortear dando un rodeo. Más tarde, una vez dejado atrás el último pueblo, Castilblanco de los Arroyos ya en la Sierra Sevillana, empezó la pista forestal por la que hay que ir atravesando puertas en un paisaje de colinas, encinares, dehesas que por ser primavera lucían verdes y cargadas de flores: Jaras, Romeros, Lavandas y alfombras de florecillas blancas, doradas, azules. Hasta días más tarde no me percaté del simbolismo, era como ir atravesando puentes hasta el centro del Mandala, el corazón de la finca.

Situada en el corazón de una antiguo cráter luce toda blanca bajo la luz primaveral. Una de mis primeras impresiones fué descubrir una sólidas y bonitas construcciones creadas alrededor de la antigua casa de pastor. Una cocina anexa realizada con balas de paja hace las delicias de cualquier amante a la cocina, por su espacio y su gran apertura acristalada.

Catherine se encargó de darnos la bienvenida. No nos explicó mucho porque esperábamos al resto del grupo y si nos acompañó, para asegurar que nos instalábamos cómodamente, a la que sería nuestra vivienda esa semana. A poco más de 10 minutos caminando por una pista pensé en mi lesión de cadera, pero me dije que ya iba siendo hora de ponerla a prueba sobre todo al descubrir el hermoso paseo que suponía a cualquier hora del día, por las vistas y especialmente de noche bajo un manto infinito de estrellas.

«Alegría» era el nombre de la casa que nos tocó y nuevamente quedé gratamente sor- prendido de la comodidad de que disfrutaríamos, algo que no esperas cuando vas a una ecoaldea.

Por desgracia y por mi descuido físico de los últimos meses ronco por las noches, por lo que me asignaron una habitación para mí solo. Toda una planta de la casa para nosotros. Baño y aseo separado, lo que encuentro muy inteligente y práctico, salón con chimenea y una terraza con vistas espectaculares a la Sierra Sevillana. No lo podía creer!. Días después descubrimos que la generosidad de la Comunidad llega al punto de ceder sus viviendas a las personas que venimos a la Semana de Experiencia. Esto te toca allí. Como el comprobar que no existen cerraduras en ningún sitio, que puedes dejar tus cosas en cualquier lugar y nadie las tocará.

 

Eso es un respeto y confianza a la que no se está acostumbrado, como lo es también el respeto a la diversidad individual en cuanto a los menús. Las comidas, que se hacen en comunidad, son un delicioso y variado buffet mayormente vegetariano con alternativas para quien no come ajo, cebolla, con o sin picante, etc. pero también se come carne de los animales de la finca. ¡Delicioso todo! Hasta se respeta a los pocos fumadores con una fantástica zona junto al lago artificial.

Poco más tarde llegó el resto del grupo: Paco, «El Sevillano», Matthew «El escalador from New Mexico» y como única, pero imprescindible la presencia femenina de Laura «from Minnesota».

Una vez todos reunidos y con mi alegría por ser un grupo tan reducido, Catherine nos llamó la atención sobre el hecho de que rara vez en los grupos hay más presencia de hombres que de mujeres. Como todo lo que sucede en la Comunidad, se tomó de forma positiva, bueno, pobre Laura tendrá que convivir con una sobredosis de testosterona.

Estas líneas no quieren faltar a la intimidad de mis compañeros y mucho menos a los miembros de la comunidad por lo que no entraré en detalles personales, porque hubo muchos momentos potentes, interesantes, constructivos, sugerentes, aclaradores, motivadores, mágicos. Mi idea de vivir esta experiencia como espectador pronto se vio frustrada. Aquí se viene a hacer un proceso de inmersión personal y grupal lo que en parte es el secreto para mantener unida a la Comunidad.

«Comunidad» palabra que se repetía ese primer día mientras te ibas cruzando con personas que te saludaban cálidamente, siempre con una sonrisa. He de reconocer que en ese primer momento, mis prejuicios me llevaron a pensamientos inquietantes. -¡Carajo!, esto parece una secta- Ahora me rio de haber pensado así.

Después de la primera cena, ya todos instalados en «Alegría» Catherine nos informó del plan de la semana. Tuvé la impresión de que la programación estaba excesivamente cargada, pero según fueron pasando los días, vives cada momento con tanta armonía, curiosidad y ganas, que hubiese querido hacer muchas más cosas de las programadas. Tam bién te das cuenta de que el programa de la «Semana de Experiencia» está perfectamente diseñado para permitir un proceso de adaptación personal y grupal al ritmo y costumbres de la Comunidad.

El programa incluye unas horas matinales de trabajo en labores de la finca y que se asignaban por sorteo. El primer día, sorpresa!, me tocó pintura, que no era precisamente lo que esperaba. En cualquier caso y como siempre con la flexibilidad que caracteriza a la Comunidad, se puede cambiar de tarea con los compañeros. Trabajas siempre con algún miembro de la comunidad y se convierte en un momento para compartir experiencias. Aquí todo el mundo se te abre como una flor transparente y cálida que invita a participar. Cada pequeño encuentro, charla con cualquiera de los miembros de la Comunidad se convierte en un momento mágico y enriquecedor.

Dos horitas y media de trabajo, pausa almuerzo y empiezan los talleres donde con diferentes métodos y técnicas: prácticas de voz y movimiento, meditaciones en y con la naturaleza, interpretación de sueños, teatro y sobre todo la «Escucha Profunda» que realizá bamos cada día en grupo o «tête à tête» con un miembro de la comunidad. Aquí es donde se trabajaba nuestro estado anímico, inquietudes, y el que recordaba lo soñado lo com partía. Normalmente no recuerdo lo que sueño, pero con algunos trúquitos que me dieron me permitió recordar uno bastante nítidamente hasta el punto de poder escribirlo por la mañana al despertar.

Con ese sueño me fui al taller de sueños con bastantes de los miembros de la comunidad, seriamos unos 25 en la sala, el «Dojo». Para mi sorpresa y para los que me conocen, salí el primero a compartir mi sueño. Después de los comentarios del guía del grupo y otros miembros de la Comunidad que sin pretender interpretar mi sueño, si te dan pistas para que trabajes en su análisis, me proponen teatralizarlo. ¡Tierra tragame! En ese momento, en frente de todo el mundo fui incapaz de negarme, aunque eres libre en cualquier momento de negarte a participar en cualquiera de las actividades, es tal la calidez y amorosidad con la que te sugieren participar que te tiras a la piscina con valentía. He de reconocer que el teatro no ha sido una de las expresiones culturales de mi agrado. La exageración de los gestos y la palabra no las encuentro naturales, aunque he de reconocer su valor terapéutico.

A pesar de esta primera experiencia teatral, el siguiente taller de teatro que realizamos no me sentó bien, me produjo un gran desasosiego y ansiedad, sobre todo cuando nos informaron que de despedida, el sábado, teniamos que hacer una función delante de toda la Comunidad. Después de consultarlo con la almohada decidí no participar y busqué a Catherine para informarla.

Parece mentira con lo grande que es aquello, cuando la necesitas aparece como por arte de mágia. Catherine se convirtió en nuestro Ángel de la Guarda, siempre velando por nuestro bienestar.

Me dio argumentos muy válidos para superar mis barreras, pero mi decisión estaba tomada a pesar de no gustarme nada fallar a mis compañeros. Fue el amigo Paco el que me convenció a participar como árbol (elemento con que me identifiqué en uno de los talleres). Así que finalmente participé con mi pequeño papel de «árbol de los sueños». Lástima no tener foto, os partiríais de la risa.

De los temas que en un principio a mí más me interesaban, organización de la ecoaldea, los tratamos en sesiones teóricas muy instructivas: Energía, manejo del agua, economía, historia del proyecto, etc. Con 40 años de experiencia y con miembros de la comunidad altamente preparados, la visión que se obtiene es muy real y coherente. Para no entrar en detalles técnicos que aquí no vienen al caso, os dejaré solo unas frases de inspiración por las que se inspira el proyecto.

«Doy todo lo que tengo y obtengo todo lo que necesito»
«No existe una verdad única. La verdad es la suma de muchas verdades»

Sociocracia

El broche de oro, el sábado día de la despedida, se supone que el grupo de experiencia prepara la cena para la Comunidad, que por tradición se elaboran pizzas. La suerte es como de costumbre, hay miembros de la Comunidad a nuestro lado que se encargan de lo más técnico y logístico, por lo que nuestra aportación es más bien simbólica. Aún así después de la cena recibimos una ovación como si fuéramos los mejores pizzeros del mundo.

Una costumbre que encuentro preciosa es el hecho que el sábado los miembros de la comunidad se arreglan especialmente y lucen todos más guapos todavía. Otra, para mí, bonita costumbre de los sábados es que se puede consumir vino y cerveza, lo cual nos ayudó para la posterior función de teatro.

Para finalizar, comentaros que busquéis o no modos de vida alternativos, la «Semana de Experiencia» es ideal para cualquiera que sienta la inquietud de buscar en su interiores- puestas a su vida. Yo me quedo con el sentimiento de haber dejado en la Sierra de Sevilla una familia a la que poder regresar en busca del camino hacia el corazón y por supuesto, el grupo que compartimos la Semana de Experiencia que me alimentan el alma y que saben donde tendrán siempre un lugar donde quiera que me encuentre.

De Nuevo, gracias, gracias, gracias. A Vosotros, mis patrocinadores y a la Comunidad «Los Portales»

Creer que la vida te va a tratar bien por ser buena persona,
es como pensar que el tigre no te va a devorar por ser vegano.

Victor Sánchez Magrané,

participante de la Semana de experiencia

 

Tags: 

Título: 

Semana de experiencia en Los Portales